La calidad tiene un precio y el vino no es la excepción a la regla. Un vino producido a gran escala y vendido unos meses después no cuesta lo mismo que uno producido a baja escala y criado en barricas de roble. La diferencia de precio remite, por lo general, en estilos de vino diferentes: uno sencillo, sin pretensiones, para beberse rápidamente, el otro más complejo, dotado de una capacidad de envejecimiento. Cada uno puede gustar, claro, siempre y cuando cumpla con el mínimo de calidad requerido para su categoría. Un vino barato que no es bueno sale caro. Por esta razón, la relación calidad/precio resulta simplista, y es más confiable la de "placer/precio". El aficionado al vino no puede exigir el mismo grado de placer cuando bebe una botella de 15,5 bs. que cuando bebe una de 35 bs. Cuando hablamos de placer, hablamos de las sensaciones, de la experiencia, de compartir, todo esto suma el pagar un vino más caro y de mejor calidad.
Ya saben, la próxima ves que compren un vino no busquen por el precio, háganlo por el placer que les brindará beber esa botella.
Autor: CAR
Fuentes: El pequeño Larousse de los Vinos